Podemos emplear la palabra nobleza para referimos a la clase social de las personas que poseen títulos nobiliarios otorgados por el rey o heredados de sus antepasados. También para referirnos a aquella actitud de las personas que deja ver sus cualidades morales (distinción, honradez, honestidad y lealtad).
Yo entiendo por persona “noble” aquella que es fiel a los buenos sentimientos y esta dispuesta a servir con agrado a las peticiones de los demás, no actúa por mero interés y sus actos se convierten en cariño o afecto. Para mi esa actitud sincera y entregada se refleja en la mirada.
Esa mirada la veo en Javi –marido de mi sobrina Glory. Él y yo no teníamos mucha confianza aunque nos conocíamos desde hace tiempo. Las circunstancias han querido que nuestra convivencia en familia haya servido para conocernos mejor. Antes de que eso ocurriera había llegado a pensar que mi forma de hablar o decir las cosas le “intimidaba” en algunas ocasiones y le hacía estar un poco “cortado” conmigo.
A través de esa convivencia he confirmado lo que ya sospechaba de él: Javi es una persona noble. Y por ello, se adapta con agrado a los requerimientos de lo demás. Eso no quiere decir que no defienda su punto de vista de las cosas y muestre sus propios intereses, pero en general los relega a un segundo plano. Y por ello, como se suele decir, yo me quito el sombrero ante su comportamiento.
Viene al caso aquí recordar la expresión de origen francés ”Noblesse oblige" que traducida literalmente significa "Nobleza obliga" y quiere decir que se debe actuar de una manera acorde a la posición de uno, y acorde a la reputación que uno se ha ganado. Es decir, que el privilegio de ser “noble” conlleva responsabilidad y una obligación moral que se define como la presión que ejerce la razón sobre la voluntad.
En este sentido se puede decir que ambas acepciones de la palabra noble coinciden en parte en su significado. Y por ende es posible que su hijo herede también esa nobleza de sentimientos que tiene Javi.