A mis amigos de Santiago:
A veces las personas nos reunimos con gente con la que creemos tenemos poco en común. En el fondo nos une nuestra manera de sentir la vida, de canalizar, liberar o reprimir nuestros sentimientos. En este tipo de relaciones sobran las palabras entre los componentes del grupo y la forma de actuar puede ser no comprendida por el resto de los que no pertenecen a él.
En ocasiones se tienen sensaciones tan fuertes que duele el cuerpo. El estómago se encoge y el pecho se ensancha, como si fuese un mecanismo de defensa para que lo que sientes no se escape y se quede guardado dentro de tu corazón, para ti sol@, eternamente contigo, sin dañar a nadie.
Los miembros del grupo nos reconocemos y necesitamos muy poco para desencadenar ese sentimiento de bienestar, de plenitud, de esperanza de pensar que hay alguien que te comprende, que sufre y vive como tu.
Hay distintas maneras de sentir la vida.
PD: Hoy hace treinta años que se murió mi padre. Toda una eternidad.