No pude evitar subir a mi lugar de trabajo de nuevo. Sentí el impulso de hacerlo actuando como el asesino que vuelve a la escena del crimen.
Volví a dibujar "la torre de la iglesia de Los Mártires", con ella empecé un nuevo cuaderno. No sabía si esa sería la última vez que lo haría o no.
Quizás quería volver a experimentar las mismas sensaciones que cuando trabajaba o quizás esperaba encontrar sosiego por no hacerlo.
El hecho fue que allí estaba. Mi trabajo mas silencioso que nunca, las salas estaban vacías, la torre seguía mirándome. Ella no se había inmutado.
Por un momento creí que mi rutina nunca se había interrumpido.