La Manzana Podrida

Tengo cinco hermanos–somos dos hembras y cuatro varones. A lo largo de mi vida he estado especialmente unida a mi hermana.

Durante la adolescencia tuve una relación bastante cercana con mi hermano Carlos. Teníamos amigos comunes, de los cuales surgieron alguno de mis primeros “amores”. A principio de los “setenta”–cuando yo tenía doce o trece años–me gustaba un amigo “rubito”, de pelo lacio, que se sentaba en el escalón del portal de mi casa de calle Santa Lucía a esperar que yo llegara del colegio. Los dos nos conformábamos con mirarnos casi de reojo. Me imagino que yo también le gustaba a él. Años más tarde, me enamoré de otro de nuestros amigos. Su forma de ser era muy intrigante y algo extraña, y desgraciadamente acabó quitándose la vida.

Según nos contaron, mi hermano Carlos se cayó del cochecito cuando tenía siete meses y eso le causó un daño cerebral, aunque mi hermano Loren sostiene la teoría de que lo que padeció fue, probablemente, por “sufrimiento fetal” durante el parto. Como secuela tuvo un déficit del desarrollo del lado derecho de su cuerpo. Tenía menor movilidad de la mano derecha y menor desarrollo muscular de la pierna. Y, aunque mi padre siempre se esforzó en que hiciera ejercicios para desarrollar la musculatura, él nunca consiguió hacerlo. Se educó siendo zurdo y con la pierna derecha más delgada que la izquierda (lo que le causaba una leve cojera). Esto a él le acomplejó desde pequeño–aunque pudiese pasar desapercibido para los demás–.

Siempre he pensado si este episodio influyó en su forma de ser. Si por ello se alejó de nosotros y se hizo aún más diferente.

Mi hermano y yo vivimos juntos la época de cambio de España, estábamos en los mismos ambientes y tuvimos las mismas oportunidades de hacer o no cosas que marcarían nuestro destino. Los dos vivimos la libertad con todas sus consecuencias, tuvimos a nuestro alcance alcohol, drogas y una forma de vivir menos coaccionada que en épocas anteriores. Yo estudié Medicina y él empezó Cinematografía en Madrid, pero nunca acabó la carrera. La vida le llevó por otro camino. Se podría decir que estuvimos en el mismo banquete y que él cogió una manzana podrida.

Me pregunto constantemente si su vida hubiera sido igual de no haberse caído del cochecito.

No es mi intención en este escrito hacer sentir al lector que yo soy “mejor” que alguno de mis hermanos. Pretendo tan solo cuestionarme si la vida está condicionada por las pequeñas diferencias físicas que tenemos entre unos y otros (ya sean de nacimiento o adquiridas en la infancia). Me pregunto, ¿qué determina que personas nacidas y educadas en un mismo ambiente elijan caminos tan diferentes en la vida? ¿Está condicionada esta decisión por defectos físicos y/o psíquicos, o todo lo que rodea a nuestra forma de ser está ya predeterminado?

June 25, 2017

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