Cuando queremos lucir bellos nos acicalamos con nuestras mejores galas. A veces nos ponemos el traje sin darnos cuenta de que nos habíamos manchado por detrás. Solo lo pueden apreciar los que nos miran la espalda. Esto es lo que ocurre con la restauración de algunos edificios.
Pongamos como ejemplo el Museo Carmen Thyssen de Málaga, situado en la calle Compañía. La cuidada fachada (recuperada tras desnudarla del gresite azul que la cubría desde los años sesenta), invita a entrar para conocer lo que se interpretó del antiguo Palacio de Villalón o Palacio de Mosquera –como también se denomina en el archivo Temboury.1
Este edificio, que data del siglo XVI, fue inaugurado como museo en el año 2011. Contiene mas de doscientos cuadros de la colección Thyssen-Bornemisza, donados por la baronesa a Málaga para su exposición al público. Su sótano alberga restos de gran valor arqueológico, vestigios de una ciudad romana, que pronto podrán ser visitados.2
La restauración de la edificación también recuperó el tránsito de la vida diaria en la calle los Mártires, que estaba en ruinas desde que cerraron varios negocios de la zona. La calle, llena de andamios y basura, servía de escape de las aglomeraciones que se forman en diferentes eventos de la ciudad y, en algunos casos, se convertía en un embudo donde la masa de gente se movía llevada por la inercia.
La cara norte mira hacia calle San Telmo, su vista no es abarcable desde la calle, pudiéndose apreciar desde algunas zonas de altura, por ejemplo desde mi trabajo. Desde allí veo gran parte de los tejados de Málaga. Una vista privilegiada que se pierde a lo lejos en el Puerto de la Torre y que me permite trabajar a gusto.
Y desde allí, a lo largo de los años, he seguido la variación en forma y altura del skyline malagueño en esa zona. Me llamó mucho la atención el cambio que las obras del museo produjeron: A modo de bunker las paredes posteriores del edificio adquieren gran altura. Se aprecia un gran parapeto liso que cubre gran parte de las torres de la iglesia del Sagrado Corazón cuando se miran desde el oeste y norte y que antes yo podía ver. Su parte superior esta coronada por el grueso de maquinarias de aire acondicionado y resto de canalizaciones. Por esta parte el edificio superó en varios metros la altura previa a la obra. No entro a valorar el acabado contemporáneo sino el impacto que su altura provocó en mi horizonte y en el de muchos otros malagueños. Un impacto del que nunca he oido hablar y del que no sé si la señora baronesa ha sido consciente en algún momento. Escribo ahora acerca de este tema a propósito de la celebración de la Semana de la Arquitectura 2019, a modo de reflexión.
Para mí, ver que poco a poco vamos ocultando hitos de Málaga con otras edificaciones me causa frustración y un sentimiento de que hay algo que no estamos haciendo bien. Creo que los malagueños tenemos que cuidar más nuestra ciudad -a la largo, a lo ancho, hacia abajo y también hacia arriba-.
Legado Temboury. Diputación de Málaga. ↩
Vestigio arquológicos en el subsuelo del museo Carmen Thyssen. Museo Carmen Thyssen Málaga. ↩