El Reencuentro

Cuando nos refugiamos en la burbuja de la soledad vemos al resto del mundo muy lejos de nosotros. Pero si la explotamos nos damos cuenta que ahí fuera hay mucha gente con la que podemos contar, que nos podemos llenar de alegría.

El día 19 de octubre tuve una comida, una reunión en la que se notaba que la gente tenía ganas de reencontrarse con parte de su pasado. Éramos 38 personas, 36 niñas del colegio de Las Teresianas y dos profesoras. Hacía mas de cuarenta años que no veía a algunas de ellas. Faltaron muchas compañeras, unas porque no pudieron venir, otras porque no les apeteció y unas cuantas porque, desgraciadamente, ya han fallecido.

Este reencuentro ha sido para mí muy reconfortante, una inyección de alegría, y de sentir que hay gente con la que puedes contar. Por unos momentos nos convertimos en niñas y recordamos lo fantástico que era nuestro colegio, que nos dejó la impronta de un sello especial. Nos inculcó una manera de ver la vida dando importancia a los amigos y la familia mas que a otras cosas. Nos educaron en libertad y nos enseñaron a trabajar de una forma responsable, haciendo nuestros deberes -las fichas-, de manera que nosotras nos distribuíamos el tiempo de forma libre.

Hicimos una puesta en común, como lo hacíamos en el colegio. Y cada una contó un pequeño retazo de sus recuerdos. Vinieron dos profesoras: Aurora Cantón y Encarnita Garzón, las dos muy buenas. Encarnita revolucionó a las niñas de letras con su sistema de enseñanza y su continua alegría. Daba clases de lengua y literatura y hacía como nadie los comentarios de texto. El año pasado escribió un libro titulado Cómo hacer comentarios de texto. Cosas tan cotidianas que marcaron después la vida de muchas compañeras. Aurora daba materias relacionadas con las manualidades y con ella hice un “tu y yo” bordado de tonos amarillos que todavía conservo. Recordamos las excursiones a pueblos cercanos donde íbamos de misión, la excursión a Santiago de Compostela, a Madrid y tantas otras a las que yo no fui porque mi madre no me dejaba. Recordamos a Don José Conde, el cura que nos acompañó durante años y que iba al cole en un mini, a Capilla, la profesora de música que usaba su diapasón para coger el tono y nos hacia calentar la voz con un nuuuuuu muy peculiar, al profesor de matemáticas que se ponía colorado dando clases, a la novedosa profesora de ingles, Maribel Rozas, a las profesoras de labores, especialmente exigentes, Julia y Consuelo Alonso, a las diferentes directoras y tantas otras personas con las que tuvimos anécdotas.

Hablamos del grupo de montañeras, de las marchas marianas, de nuestras maravillosas funciones de teatro, del Día del Hermanito. Recordamos canciones y cantamos algunas de ellas. Y cómo no recordar a nuestra Virgen de La Roca de la tercera planta, la Virgen de Lourdes y a nuestra Virgen Niña, una escultura de madera de alrededor de un metro de alto, que presidió todos nuestros actos en la capilla. Y a la cual he plasmado en su cara una parte de mi melancolía.

En definitiva recobramos todos esos momentos felices y nos lo trajimos con nosotras. Un encuentro solo de mujeres, donde no faltaba nada porque nosotras éramos las protagonistas. Solo quiero volver a recordar a las que ya no están con nosotras y hacer una mención especial a Mari Carmen Plasencia, “la plasen” como le decíamos. DEP.

October 26, 2019

WritingPortrait