El Porterillo

De los seis “Martínez Alonso” (tú, tus hermanos y mis hijos) fuiste el que entró al colegio con mayor edad, cuando tan solo tenías tres años. Durante el invierno previo, tu madre y yo paseábamos contigo en mis mañanas libres, y hacíamos recados de casa. Por ser el más pequeño de los seis te consentíamos todos los caprichos para poder comprar con tranquilidad. Te conformabas con ir de pié en la sillita de paseo mientras te comías un paquete de gusanitos. Es posible fuese en esa época cuando tú –ese “huevo güero” que dijo el ginecólogo que ibas a ser– te concediste a tí mismo ser “pequeño”.

Después tu personalidad hizo que quisieras estar a la altura de tus hermanos y primos, aunque fuesen varios años mayor que tu. Y te fuiste haciendo fuerte, aunque conservabas algunos de los privilegios que se dan a los hijos mas pequeños. Tus hermanos siempre te han cuidado, tu madre protegido y tu padre te ha dado ejemplo y transmitido la pasión por los actos culturales que se celebran en la ciudad.

Poco a poco luchaste para hacerte un hueco en esta vida, desde que tenías seis o siete años cuando llegaste a la meta de la Carrera Urbana de Málaga, allá por año 2000. Tu madre no pudo alcanzarte, ella salió convencida de que irías al mismo ritmo que ella y que no acabarías la carrera. Pero si lo hiciste, te perdiste de su alcance y ella puso en marcha a la policía para que te buscara.

En el colegio fuiste desarrollando tu afición por el futbol y te convertiste en “el porterillo” de tu equipo –como te llamaban las demás madres. ¡Era digno de ver como parabas los goles!, y te fuiste convirtiendo en el aficionado malaguista que lleva la bandera de su equipo allí donde va. Además, como nosotros decimos, eres muy “malaguita” y sientes una gran pasión por la Semana Santa malagueña.

Esa fortaleza con la que te abriste paso en la vida desde muy pequeño hizo que, a una edad temprana de la adolescencia, a tus quince años, pudieras afrontar uno de los golpes más duros que has tenido en la vida, que es no poder disfrutar de todas las atenciones que un hijo necesita de su madre a esa edad, una madre para la que eres el hijo preferido en muchos aspectos y que sigue pensando que tiene que mimarte, y a la que cuidas con gran cariño.

Poco a poco y, sin comprenderlo a veces, te has ido convirtiendo en un hombre, pero conservando también esa parte de niño al que le gusta sentirse cuidado y atendido.

Sigo intentando daros a ti y tus hermanos cariño y comprensión. Me gusta mimaros en la medida de lo posible, y aunque se que no soy vuestra madre os quiero como a mis hijos.

June 18, 2017

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