De Cero a Cien en Cinco Segundos

Había visto a los protagonistas de alguna película elegir su destino de viaje lanzando un dardo sobre un póster del mapamundi y también me habían contado historias de gente que, en período de vacaciones, hace sus maletas y las tienen preparadas en casa, sin tener fecha ni rumbo fijo de viaje, esperando que una oferta de última hora le lleve a algún lugar de ensueño.

Este año, pese a haber dedicado algunos días haciendo planes para viajar en coche por zonas frescas de España, al final no hemos ido a ningún sitio.

El martes veintitrés de agosto, sin preparación previa, me puse a buscar zonas no muy lejanas de mi casa donde hiciese una temperatura que nos hiciera huir de los días de bochorno de nuestra ciudad, que solo se aguantan estando en remojo y "medio en pelotas".

Elegimos ir a Sierra Nevada y sobre las seis de la tarde partimos hacia allá. En hora y media de camino cambiamos los treinta grados (que tampoco es nada exagerado), por los veintitrés grados de Monachil. Nunca antes había visitado la sierra sin nieve.

Encontré un lugar paradisíaco, me agradó sentir la brisa fresca en la cara, "oir el silencio", perder la vista en la lejanía, imaginar que estábamos en algún país del norte de Europa. Pero un país despoblado, como si de un parque temático en temporada baja se tratara.

Alli, en la cima de la montaña, mientras tomábamos un aperitivo, rodeada por apenas cuatro familias, hice un dibujo y acepté los halagos de los personajes que aparecen en él, Silvia y Kike.

Ya al anochecer volvimos para la casa. Nos quedaba otra hora y media de camino, pero íbamos con los pulmones llenos de aire puro. Llegamos a las once de la noche. Así que en apenas dos horas (pues las otras tres fueron tres de camino) renovamos nuestra energía interior.

Fue como ponerse de cero a cien en cinco segundos.

August 29, 2021

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