Volví a Santiago. Necesitaba cerrar un círculo que había abierto años atrás. De él se habían escapado muchas emociones.
Estuvimos un grupo de gente compartiendo risas, ratos de dibujo, pensamientos, frustraciones y anhelos. Eché en falta a unos cuantos.
Recorrí sus calles de arriba a abajo, moviéndome como una liebre que conoce su propia madriguera. Pisé fuerte sobre sus piedras continuamente salpicadas por las lágrimas del firmamento. Me vine en paz conmigo misma, contenta de haber ido y también de haber vuelto cargada de emociones y recuerdos. Entre ellos tengo uno muy especial, pues emulando a una de las protagonistas del libro Las Mujeres del Mar, la noche antes de venir de Santiago, me senté en la calle, cogí una hoja de papel y un lápiz de grafito y pinté sobre una de las conchas de vieira que están incrustadas en el suelo y repartidas por diferentes calles, hasta obtener la forma de la concha.
Esa huella siempre me traerá buenos recuerdos y con ella cerré mi círculo de emociones. Ese recuerdo es el primero de una colección a la que he llamado "Recuerdos Haenyeo".
P.D. Las mujeres haenyeo son las protagonistas del libro Las Mujeres del Mar. Su vida transcurre en la isla japonesa de Hado. Se ganan la vida pescando, sumergiéndose en el agua a pleno pulmón, mientras los hombres esperan en casa cuidando de los niños pequeños. Aprenden el oficio unas de otras.