Persona de Confianza

En muchas casas suele haber una persona de confianza de la que echamos mano cuando se nos estropea algún electrodoméstico, queremos pintar la habitación de los niños, que nos ayude en el jardín e incluso reparar algo que parecía impensable que volviera a funcionar. Salvo los nombres con los que nos dirigimos a estas personas, nada ha cambiado en relación a ello desde que yo era pequeña. Donde antes había un Pepe el pintor, Rafael el fontanero o Juan el electricista, ahora tenemos un Dimitri, Vasile o Cosmin.

En el lugar que actualmente ocupa el edificio de la Cofradía del Santo Sepulcro -en calle Marquesa de Moya, formando parte de la antigua judería de Málaga-, vivía "Pepillo el blanqueador", un muchacho al que yo creía muy mayor y que recuerdo con las manos y la cara llenas de pintura y un cigarrillo a medio fumar en la boca que conservaba la ceniza intacta, hasta que un leve movimiento de su cuerpo la hacía caer sobre sus zapatos.

Pepillo era hombre de confianza de mi abuela. Recurría a él cuando necesitaba algún arreglo de la casa. A veces, le costaba trabajo dar con él pese a la cercanía de sus domicilios. Era un poco mentiroso y tartamudeaba al hablar. Aun así no paraba de contar historias. Dice mi madre que por eso tardaba tanto en pintar lo que le encargaban.

No sé que habrá sido de Pepillo a día de hoy.

January 16, 2021

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