Mi Casita de Madera

Hoy, y por enésima vez, he ordenado mi casita de madera y he tirado algunas cosas.

He dejado volar las plumas de avestruz que guardaba para hacer alguna manualidad y que encontré en la cómoda que mi abuela me regaló cuando me casé. Una cómoda donde ella y anteriormente su madre habían guardado el ajuar de boda, las sábanas y toallas hacendosamente bordadas por ellas mismas.

He tirado algún aparato de medicina y herramientas de mi padre. Pero no he sido capaz de tirarlo todo.

El contacto con las cosas antiguas de nuevo me ha trasladado a mi casa de la infancia, en calle Santa Lucía, y he visto a mi padre dormido en el sofá del cuarto de estar hasta que una canica botando sobre el suelo de baldosas hidráulicas lo ha despertado a él y a mi me ha devuelto a la realidad. Una realidad que me sobrepasa y no me deja estar tranquila. Cada cosa a tirar evoca una vivencia, un recuerdo, una nueva emoción, un nuevo dolor. Mi cobardía me impide tirar cosas que ya nadie quiere, y que exceptuando el valor de anticuario que tengan no sirven para nada.

Escrito el 21 de enero de 2019.

March 2, 2019

Writing