Las Oscuras Golondrinas
Después de varios años volvieron las oscuras golondrinas para colgar sus nidos en mi porche. Trabajan con la perfección de expertos ingenieros y arquitectos. Como si se tratara de intrusos generalmente vienen cuando no hay nadie en la casa. Aunque en ocasiones las he visto revoloteando entre las columnas de ladrillo visto normalmente me doy cuenta de que han estado trabajando porque veo restos de tierra en el suelo.
Están construyendo un nido justo al lado del que hicieron hace años, el mismo que un día fue atacado y destruido probablemente por los mirlos que aparecen por doquier para comerse los gusanitos del césped y parte de los pocos frutos que dan mis árboles.
Ellas suelen volar por parejas y descansan posadas en los cables que recorren las calles de la urbanización de poste en poste de madera. Su aspecto es oscuro, si, pero al desplegar sus alas y viéndolas desde abajo predomina el color blanco-amarillento. Me gusta verlas volar, me traen recuerdos felices y me da la sensación de que vienen para acompañarme y ayudarme a sobrellevar mejor la soledad y el vacío interior.
Por un momento siento como si estuviera plagiando a Bécquer, pero no por robarle sus Rimas sino sus sentimientos:
Volverán las oscuras golondrinas
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
nadie así te amará.
—Gustavo Adolfo Bécquer