No siempre podemos tener una segunda oportunidad, pero hoy he tenido la sensación de haberla tenido.
Ayer el día estuvo muy nublado y, al menos a mi, el tiempo me afecta mucho en el estado de ánimo. Estuve bastante triste desde por la mañana. Como muchos otros días salí a dar un paseo por la playa y me crucé con algunas personas, entre ellas me llamó la atención un hombre de cara extraña, piel curtida por el sol, con ojos muy expresivos y pómulos muy marcados. Iba sujetando con su mano izquierda un perro, un pastor alemán de los que antes veía a menudo y ahora no tanto. Me crucé con ellos justo al terminar el chiringuito de las carpas, en la playa, justo en la esquina. Al pasar por su lado el hombre bajó la cabeza y luego la levantó un tanto altivo me pareció.
Después seguí mi camino y mas adelante me saludó un operario del ayuntamiento que estaba descansando...no le di mayor importancia, ni se la daría de no ser porque hoy cuando salí a pasear, sin saber ni que hora era me crucé, en la misma esquina del mismo chiringuito al mismo hombre, con el mismo perro y haciendo el mismo gesto que ayer. Me ha resultado curioso y he seguido caminando, cuando de pronto he oído un "buenos días" y al mirar he visto que era el mismo operario que ayer, que estaba también descansando.
De repente he pensado que la vida me había dado una segunda oportunidad de cambiar la tristeza de ayer por una enorme alegria. He levantado la cabeza y sonriendo yo sola he seguido caminando hasta aquí y me he puesto a escribir esta historia para no olvidarla nunca y poder leerla en los días nublados.
PD: El nombre del perro es Eros, un pastor alemán de cuatro meses que jugaba con su dueño en la playa.