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Tres historias

La tía Ana, hermana de la abuela de mi madre (a la que llamaban Baba), por parte de padre, vivía en Alameda (Málaga). Estando un día con su marido José en la cocina cogió una golondrina; con una cuerdecita le ató un cartelito al cuello que decía: "Golondrinita, ¿dónde habitas?". Al año siguiente volvió la misma glondrina con su cartelito y el marido leyó: "En Berbería, en casa de una judía".

(Berbería, llamada también costa berberisca. Término que los europeos usaron desde el siglo XVI al siglo XIX para referirse a las zonas costeras de Marruecos, Argelia, Túnez y Libia).

Tanto la abuela Baba como la tía Ana eran sastras. También fué sastre mi abuelo Paco.


Un día de verano de 1990 entró por la ventana de mi casa de la playa un canario. Recuerdo que era 21 de septiembre, lo recuerdo porque era el cumpleaños de mi padre. Probablemente se había escapado de alguna casa cercana y volaba un poco despistado. Lo cogimos y lo metimos en una cajita de cartón mientras comprábamos una jaula. Lo cuidábamos bién, a mis niños les gustaba y cuando acabó el verano se lo dejamos a mi madre para que lo cuidara. Pasó el invierno con ella y acompañó a mi padre en su muerte el día 22 de agosto del año 91. Murió de un cáncer de páncreas al mes y medio de conocer el diagnóstico. Un día el canario apareció muerto en su jaula. Fué el 21 de septiembre de ese mismo año, justo un año después de llegar. Ni un día más ni un día menos. ¡El día del cumpleaños de mi padre!


Pertenezco a una familia de seis hermanos. Mi padre era médico y trabajaba como tal en la Seguridad Social y en la Prisión de Málaga. Los fines de semana solíamos ir al campo y en una de las excursiones nos encontramos un águila muerta, la cogimos y mi padre la llevó a disecar y la colocó en su despacho. Un día vino de visita un tío mío de Madrid y, al ver el águila, dijo que era un "pájaro de mal agüero", que traía mala suerte. Al poco tiempo trasladaron a mi padre de la Prisión de Málaga al Penal de Ocaña. Pero en aquellos tiempos era difícil trasladarse y sobre todo teniendo seis hijos, así que mi padre tuvo que pedir la excedencia de la prisión. Aquella situación la vivimos como una verdadera tragedia en la casa, ya que supuso una gran merma en los recursos económicos. Tuvieron que pasar varios años hasta que mi padre se pudiera incorporar a la Prisión de Málaga.

Mi familia siempre se ha sentido especialmente unida al Cuerpo de Prisiones, ya que mis dos abuelos trabajaron allí, mi tío también e incluso mi madre. Allí fue donde conoció a mi padre.

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January 14, 2018

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